Cómo tomar sólo las decisiones financieras correctas

Si está planeando una compra importante o una gran inversión financiera, es importante que se dé cuenta de que ha sopesado racionalmente todos los pros y los contras, en lugar de tomar una decisión por emoción. Las consecuencias pueden salir muy caras. Hemos analizado qué estados emocionales pueden impedirle tomar la decisión correcta y cómo afrontarlos.
Ocurre que cuando ves una oferta que promete los máximos beneficios sólo hoy y sólo ahora, quieres darte prisa y comprar lo que quieres. Los riesgos aumentan si en ese momento te encuentras con un asesor muy persistente que te describirá de forma convincente todas las ventajas de una compra instantánea y las malas perspectivas si no lo haces. Sin embargo, cuando se trata de una gran inversión financiera, una decisión equivocada puede salir demasiado cara.
El experto identifica los siguientes signos de estrés.
Signos emocionales
Ansiedad o miedo. Si sientes que la idea de tomar una decisión te provoca pánico o miedo a equivocarte, es una señal para que pospongas la decisión y vuelvas sobre ella pasado un tiempo. Las noticias negativas pueden desencadenar ansiedad, pero es importante darse al menos un tiempo para evaluar la situación.
Impulsividad. El deseo de «hacer ahora mismo», especialmente bajo la influencia de la publicidad o de presiones externas, suele llevar a cometer errores. Por ejemplo, un descuento válido «sólo hoy» es motivo de desconfianza. Si sabes que eres propenso a tomar decisiones impulsivas, merece la pena que aprendas técnicas de autorregulación como el método del «tiempo muerto» (darte un respiro antes de comprar), llevar un diario financiero o hacer ejercicios de respiración para reducir el estrés.
Culpa o vergüenza. Las decisiones financieras tomadas por el deseo de «compensar el pasado» (por ejemplo, gastar dinero en un regalo caro después de una discusión) suelen ser irracionales. Estas emociones pueden fomentar un gasto que en realidad no resuelve el problema, sino que sólo crea la ilusión de arreglar la situación. Es importante darse cuenta de que ningún regalo o gesto financiero puede sustituir a una comunicación sincera ni abordar los sentimientos internos asociados al conflicto.
Signos físicos
Fatiga o falta de sueño. El cerebro no es capaz de analizar toda la información. Los estudios demuestran que las personas toman decisiones más arriesgadas cuando están cansadas.
Aumento de los niveles de estrés. Latidos del corazón acelerados, palmas de las manos sudorosas o dolor de cabeza: su cuerpo le está indicando que se encuentra en un estado de sobrecarga.
Signos cognitivos
Incapacidad para concentrarse. Si los pensamientos saltan constantemente de una cosa a otra, es mejor posponer una decisión.
Sensación de premura. Frases como «Si no es ahora, entonces nunca» le hacen actuar impulsivamente, pero esto suele responder más a una táctica de marketing que a una necesidad real.
Dudas sobre la validez de la información. Si no estás completamente seguro de las condiciones de un trato, es una señal preocupante.
Signos contextuales
Cambios importantes en la vida. Es mejor no tomar decisiones financieras inmediatamente después de acontecimientos importantes, como un despido, un divorcio o el nacimiento de un hijo. Es un momento de estrés en el que se es más propenso a actuar impulsivamente.
Falta de un plan. Si una decisión no encaja en sus objetivos o presupuesto a largo plazo, puede ser espontánea e inadecuada. Es importante evaluar la situación, tomarse tiempo para elaborar un plan y comprender las consecuencias a largo plazo.
Influencias ambientales. Tendemos a «contagiarnos» de las emociones de otras personas, como la ansiedad, la euforia o el pánico, y a menudo actuamos para igualar el comportamiento de quienes nos rodean. Date tiempo para evaluar sobriamente la situación y ver si la decisión está en consonancia con tus objetivos y valores personales.
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